sábado, 10 de marzo de 2012

ODA A UNA FLOR ROJA

 

Flor ardiente 
Plantada en la tumba etérea 
Volteas para abrirme las puertas

Y ver detrás de tu cabaña.

Lamento de otoño
El jardinero no tiene edad, no memoria
Mira al frente la pared polvorienta
Aterrizando en el Fuego.

Hermana, mía
El rocío se desliza en el brazo del cielo
Anhelando las trompas del ángel
Tiernamente.

El pastor decaerá encima de ti su torrente
Descontrolados en excesivos desgarramientos
Infrenables, intravenosos como jeringas en

Rumbo a la Vía eterna. No me detendré en
Cuanto respires y princesa sufrirás la incrustación
Aguantando para crecer agotando, bebiendo

De Él. Seremos unos bendíta
Y solamente sabemos el secreto

Se acaba el mundo resquebrajando flor cándida tu cadáver. 


PIERO RAMOS RASMÚSSEN

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