domingo, 8 de enero de 2012

Tierra colorada

                                     1
El horizonte de la cabaña
deviene la noche en la carretera marginal.    

Abordo el azul con motor del soldado:

A la tienda, al puterío.

Enciendo mi pepa de aguaje,
me luce sus galones mientras mi yo cara de palo
comete sus versos. No  pido permiso.
Tienda = reto.

¿Có
mo               valoras             una vía láctea de kilometraje?
Suelta su correa, Se hace el que desvía,
(porque escogió ese lugar que le trae ese recuerdo, una casa rosa que
en algún cuartel, cuando le ataron al mástil, ante las sirenas,
olvidó.)

Mis últimas horas se emocionan y enarbolan cuando
tan lejos, el espejismo de una fiera entre las palmeras, 
una sirena rosa aguarda al extranjero con su vaho. 
Piso con pie derecho, la escojo, me dejo llevar por su canto,
Brutalidad que levanta mi carpa; cuando me orienta el soldado bajo la lluvia:

MUCHACHO. Acá no es.
(Detente: sé humilde, me enseñaron los curas)
Hoz picada en el rostro,
                                     no tengo artefactos que perder,
                                                                                     extingo mi pipa y al grano.            
                           
                                   2
Un segundo capítulo se abre y
la casa Charlotte.
Tres soles la entrada, veinticinco adentro
No gran $eñor dinero no
                       Sí conversas sí,
como en el cuarto de lince Lágrimas.
Lo que llamas capital te inclina
al lado de la infantería menos. Actúas, como Hombre. 
Te sumerges en el pozo embadurnado, 
m
  o 
    h
       oso porque es tierra virgen ni para vírgenes y
por lo que quieras ponte un gorro antes de comerte la carne. 
Es posible el trato de pareja
CONVENCE.

Repito mi año anterior entrando en la tienda
sin importarme la subida de la demanda, lo que traiga consigo.
Te valora, tan lejos lo vale. 
Se atisba en tus cristales como postes endurecidos y tu  
rugido no es un ladrido, lo das.
Así lo aprendiste mientras perdías con los ojos cerrados.
Ofrece su manantial, lo chupa, contra la pared, un Río
interminable de la jungla de la tierra colorada,
Su cause, su desembocadura, su sudor.
Lo es todo. 
Es un ferrocarril fruicioso que humea por ti
y apuntalas en su concavidad hipersensible todas tus gotas,
son gotitas,
dos, tres, espetas el veneno de la herida
y rendida, derrama el sumo y llora y tú piensas en pedirle perdón


,pero cuando. 


Tú ríes,
potra que no debe más me la llevo a casa.
Afuera, el cielo cerrado te da un segundo,
te recoges mientras ella se ducha,       
                                             Tómate tu tiempo, mi amor,
ni tú y yo hemos conversado de mis temores. 
                                                              
El soldado de la moto descansa en su firmeza,
me olfatea toda la charapa cuando sube.


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