El náufrago se cubre de olas
Ondas que niegan brisas celestes.
Su lengua escarba
Rocas y acuosas grietas
Surcando bajo sobre superficies
Mordiendo el fruto
Del palmero
Entre animalejos y conchas.
¿Cómo puede caerme bien el cielo
Lejísimos…?
La lengua sube y se mezcla
Con la tierra del jardín
Lo mancilla, se embarra
Remueve la tierra vidurria
Besa el polvo como ráfagas gases
Y sueña
Contraer los espinados maderos, tu cofre
Como un virus crónico...;
Cuando un rebuzno zapatea el buen viento
Y te tiendes, gemida.
¿Sentiste esta punzada que supieras un amor…?
No, le explicas, al prensarte los curvos mohínos y tú rugiendo,
No, al demoler las cóncavas paredes de arena, sin aliento,
No, ofreciéndole la Vía Láctea como un dulce Después.
No, no lo engañas y atiende tus clamores.
Te lanza a la hamaca, nuestro albergue.
Más embelesado, la admira, furiosos
Se le ve intensa, aún tierna, con ese ángel,
De seguro dormirás agazapada. Pero ahora,
Que el ateo político lo empuña, ahora. Ahora,
Porque el viento ha forzado que te vengas y venida
Tiemblas del peligro.
Ahora, que es el turno de la fe del náufrago.
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